Peligra el llanto, la noche descarnada sobre la cama, la respiración entorpecida por el movimiento de los árboles sobre el techo. Las ataduras a la realidad, a la palabra misma disparando una muerte que se sienta en el olvido de la calle vacía. Con bellas fragancias de la lágrima desvanecida y consumida en el tiempo. Las cartas escritas con tinta de la sangre, la última y cruda vez que parecía la primera. El asesinato en las miradas y la guitarra torturada. El viaje vacío.
Extraño hasta su ausencia.
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