jueves, 2 de octubre de 2014

Querida Pía

ella, siempre ella.

¿Me perdonarás algún día por llorarte hoy? Cantaron tu canción, tu canción cuando te despedíamos y mi hermano tocaba. Tu canción cuando nombraban que los ángeles vuelan, pero como somos seres torpes no podemos alcanzarlos. Eres de otra dimensión, sólo viniste a hacernos despertar, porque nuestra humanidad tan estúpida nos hace creer sólo en aquello que podemos ver. Pero nos enseñaste que no, que aún seguimos creyendo en ti aunque no podamos verte, mi hermosa Pía. 
Hoy escuché la voz de tu madre, y debo prometerte algo: nunca la dejaré sola ¿Eso te deja más tranquila, hermosa mía? Por favor, esta noche ahora prométeme tú algo, prométeme que me estás viendo, prométeme que eres tú todo lo que siento. Cada vez que te pienso, vuelas entre mi regazo. Cada vez que quiero abrazarte, atraviesas en mi para besar mi alma y darle calor. Pía, mi bella Pía, nunca habías sido tan hermosa como aquél 13 de Septiembre. No era porque era Septiembre y bailabas tus cuecas, era porque Dios te había llamado, ese día lo supiste. Aunque en verdad, creo que siempre lo supiste. Ese día brillabas más que siempre mi amor, ese día, ese día eras un ángel con tu ropa. Quizás ahí, te creímos. Los días siguiente te costó dejarnos, estoy segura también te costó pensar en que no volveríamos a tener un abrazo tan caluroso como los de siempre. Tenías pena, mía Pía. Pero no por ti, sino por nosotros. Quizás somos mucho más frágiles que tú, pero los médicos no se pondrán a revisar nuestras almas para darnos remedios, nuestra fragilidad siempre fue más vulnerable que la tuya. Tú eras solo el cuerpo lo que caía, nosotros nos quebramos enteros, nuestra soberbia desapareció el día de tu partida, ahí supimos que no eramos nada en el mundo, que tú eras la luz, y que muchos días solo vivíamos por ti, por ti y nada más. No me retes, sé que siempre trataste de llenarme de motivos, y te juro que los tomé. Sé que esos motivos existen, mi amor. Sé como me enseñaste a vivir la vida, mi vida, más bien me enseñaste a vivir. Me enseñaste a mirar con ojos de amor, me enseñaste a verte como un tesoro sin decirme una palabra. Guardo cada regalo tuyo, te guardo a ti dentro de mí. Pía, Pía mía, ven a mis sueños solo a decirme que lees mis palabras, que no las escribo en vano, sé que me leíste alguna vez, ¿podrías hacerlo de nuevo? ¿podrías seguir haciéndolo cada día que me siento aquí y lloro? Mi bella, sabes que no lloro solo por tristeza, lloro de felicidad. Lloro por saber que estás en tu paraíso de duendes, me llena de alegría saber que hoy eres feliz, que hoy no dependes de un pedazo de carne, hoy eres tú como siempre..
¿Qué somos nosotros? Sólo tú sabes, ahora sólo tú sabes cuando es nuestro último día, o qué haremos mañana. Si me dices, prometo quebrar todos tus planes, hacer que te enojes, hacer que me pegues y luego abrazarte con todo mi ser.

Escríbeme. Te estoy esperando como cada noche. Hoy miré al cielo con los ojos cerrados, sé que eso te gustará, ¿lo ves? Estoy aprendiendo. Sigo aprendiendo de ti.
Mañana te leo un poco, déjame juntar ánimos para mis ojos y ya me estarás escuchando,

buenas noches
mi amor.

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