El año pasado el 21 de junio iba en micro a nadar para salvarme un rato de mí misma y hacer valer el dinero que pagué mientras pensaba en que en ese momento era el solsticio de invierno y que yo me estaba acabando pero que renacería y efectivamente renací después de unos meses por fin y que ese podría llegar a ser el día más triste del año además de pensar de que estuve sufriendo al rededor de tres meses por este frío de mierda y que aún quedan otros tres meses más peores aún pero que al menos los días están avanzando hacia hacerse algo más luminosos que el día anterior. Es lo único que me da esperanzas durante el invierno porque extraño todo el año el solcito en mi ventana.
A veces creo que desde que me empiezo a dar cuenta de la incidencia de los ciclos en este lugar y en mi vida más loca me vuelvo y más obsesiva y más triste y más desesperada y más adolorida y más dolores de guata y algo en que confiar en que todo volverá a estar mejor porque los ciclos son cíclicos y siempre vuelven a algún punto que fue algo bueno que sea.
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