domingo, 2 de febrero de 2020

24 dic

Siempre ha sido pesado estar en dos ciudades constantemente. No sé de qué me quejo tanto en verdad. Podría nunca haber sido así y tengo claro que los últimos cinco años habrían sido mucho más complicados. Pero la sensación de no-pertenencia a ningún lugar se hace cada vez más fuerte y más importante entre todas las cosas que pienso al final del día. Sí, de más que puede ser considerado hasta un berrinche o alguna wea por el estilo, pero es raro cómo esa sensación ha mutado súper lentamente en este tiempo, en donde hoy me encuentro en una pará súper diferente que a comienzos del 2015, y ahí cacho recién que ha pasado caleta de tiempo y que también han pasado caleta de cambios por mí. Y ha estado bien. Sólo que a veces -hoy- me encuentro como guacha del mundo del planeta de shile y de todo lo que conozco. No le achunto ni al clima. Imposible no ver cerros en ninguna de las dos ciudades, solo que en una estoy encerrada entre ellos y en la otra inserta en uno, y al frente una salida (muy agresiva por lo demás) a la que también le tengo respeto y distancia. En fin.
Ansiosa de tranquilidad y de estabilidad, algún día. Todo estará mejor. Tamos clara

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