Sentarme aquí es como sentarme en una balsa rota que pretende avanzar hacia el mar sin desinflarse. Sin embargo me encuentro con mi gran valentía frente a mi corazón y mis dedos desnudos, sin miedo alguno a retroceder para dejar caer la lluvia en esta página.
Es innecesario hacerlo, más bien nefasto a estas alturas. Pero lo hago, lo hago porque siempre lo he hecho. Lo hago porque nada podía sonar mejor que la melodía a eso de las siete de la tarde, con la luz cayendo sobre tus dedos, y la oscuridad comiéndote el alma. El vacío inexistente que me enseñaba tus ojos, llenos de árboles nacidos en el infierno.
No puedo negarte, que sigo siendo tuya. Que soy la creación más ilógica e inhumana que algún día encontrarán, porque me tallaste con tus propias manos, en mi inmensa fragilidad.
Gracias de todos modos, algún día nos volveremos a encontrar. Sin querer, lo haremos.
ya no vuelvo más.
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