Y nunca, nunca volvimos a vernos
porque tu cama tenía otro sabor;
ya no a Invierno, ni menos a miel.
Ni más ni menos, que el sabor
de la ausencia.
Y aquí seguía yo,
lamiendo un nuevo cuerpo
lamentando tu partida
extrañando los desencuentros,
y a mi corazón que no latía.
El des-orden de los días
me ha llevado al prado
donde solíamos caminar
para citar las nostalgias
de la vida.
Por fin acaba nuestra historia,
tú con tus manías,
yo con mis errores.
Tú mirando hacia el frente,
y yo, recordándote sin rencores.
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