Estás acá, sentado conmigo, aunque sé que estás en un segundo piso de mentira con una buena vista al lado de los mal nacidos. Entumecida me siento, con piel de gallo. Abrígame sol, que entre más luz. Te echo de menos. Habría sido más lindo que siempre fuese mentira, ¿no crees?, que la señorita de arena nunca hubiese existido. No me asusta tanto después de todo. Es comer chocolate a media y media noche, todas estas bombas de llanterío (me han resultado) medio-caro/medio-barato.
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