martes, 17 de marzo de 2020

Campo de Batalla

Madrugada del miércoles 18 de marzo. En mi celular decían las 2.39 AM y en mi computador las 3.53. La verdad es que ninguna hora está correcta porque adelanto todos mis relojes porque pienso que puedo engañar a mi mente para no andar atrasada. Pero no. No sé si mi celular está adelantado 12 o 13 minutos, a veces creo que ocho o nueve, como lo fueron los últimos tres años. Intento pensar que sólo cinco. Pero no es posible mentirme de esa manera. Es como ir contra mi esencia, no puedo permitir creérmelo. Una estupidez al fin y al cabo, pero que se repite durante el día cada vez que tengo un compromiso con el resto o conmigo misma del tipo "voy a salir a hacer X cosa a Tal hora" y no po, nunca lo cumplo. ¿Cómo lo voy a cumplir?. 

Estaba buscando un par de palabras de Claudio Bertoni que me gustaba mucho lo googlié y no lo encontré. Sólo me apareció la portada amarilla del libro en donde aparecen pero nunca nada, ningún relacionado de verdad. Inubicable. Sin embargo, el resultado que más se repitió fue un MI CUERPO ES UN CAMPO DE BATALLA y precisamente eso es algo que yo siempre he leído sobre todo los últimos años de que nosotras las mujeres y nuestros cuerpos y los manoseos visuales que sufrimos a diario hasta en el reflejo de la pantalla del computador. Una locura realmente. Y lo único que pensé con ese título fue, primero, que lo leo en todas partes de mujeres para mujeres, para sí mismas. Por que lo odian, porque el mundo nos ha hecho eso. Los cuerpos y las tierras no son territorios de conquista, he leído mucho por ahí. Y en fin. Respecto a eso pienso que sí, mi cuerpo ha sido un campo de batalla. Pero nunca me voy a sentir identificada de la forma en que en general se sienten las mujeres en general con eso. No sé. Sí sufro mucho por mis tetas. Siempre las he odiado. Duelen. Quiero que sean grandes. O medianas. Las pechugas son lindas, y las mías no lo son. Creo que es difícil que lo sean, pese a todas las veces que he pensado que sí, son lindas, las quiero mucho. Y sé que todo es producto de lo que debería ser pero sí. No puedo negar que las quiero de X forma pero que no lo serán. Y duelen. Y vuelven a doler. Así como me duele todo el cuerpo. No sé. 

Cuando vi Mad Men me sentía tan sumamente identificada con la tristeza natural e irrevocable que llevaba constantemente Betty Draper. Yo me sentía como ella simplemente. No había otra forma de estar en ese tiempo. Y leí por ahí que sí. Las mujeres constantemente luchaban contra el machismo de los años 60 en EEUU pero Betty Draper... ella era otra cosa. Ella luchaba sola contra el mundo. Y ella ganaba a veces. A veces, considerando que su vida era perder siempre. Vivir en pos de. Ella ganaba batallas y cuando lo hacía, me descolocaba. Sí. Era posible ganar algún día. Vencer. Respetarse. Enojarse válidamente. Seguir hasta el final. Directa. Concisa. Pequeños logros de Betty Draper la volvían a pegar aunque sea un ratito. Unir sus partes rotas. 

Y así es como me siento. Mi cuerpo no es un campo de batalla. Ya no tengo muy claro si ha sido conquistado por extraterrestres. Yo creo que sí. Mi cuerpo no me ha pertenecido a pesar de que me pedía a gritos que lo defendiera y yo le fallé. Que lo defendiera de especímenes extraños con algo fálico en sus cuerpos. Que lo defendiera de las voces. Que lo defendiera del frío y de los golpes. Hay que rugir. Hay que querer. 

Un campo de batalla sería un suelo usado y saqueado. Con sangre. Pero solo una superficie, al fin y al cabo. Sí, es más que eso. No sé si es mi templo, debería serlo, debería tratarlo de una forma más espiritual. Al menos llevo un tiempo queríendolo más que antes. Más que nunca antes. Más que cuando solo era una máquina de velocidad. Más que cuando era un pobre trapo que hacían lo que quisieran con él. Hoy es mi cuerpo. Recuperando sus caminos. Renovándose. Sacando el odio de sí mismo, como era lo que quería buscar y citar como tal. A veces me ahoga. Me ahogan las injusticias. Me ahoga no creerme a mí misma, dudarme. Porque sé lo que he vivido. 
Respetar su cansancio.
Seguirme creyendo.
El cuerpo no olvida traiciones.
Menos intromisiones. 


(una vez hace tiempo, escribí):
La voz calla
el cuerpo responde gritando.

(La psiquiatra me dijo antes de despedirnos la última vez):
El quirpráctico sí, jaja. Sí, te hará bien. Pero lo que a te pasa es que la ansiedad te está consumiendo por dentro. 



En fin. No se equivoca ni me equivoco. Estamos claras en eso. Yo creo que mi cuerpecito merece una vida más digna. Más digna que estar a las 04.19 según la hora de mi computador cagada de hambre escribiendo frente al computador algo casi como corriente de la consciencia YASHAO. No, no se parece nicagando yo creo.

Mejor dormir
y dejar de torcerse tontamente el cuello.

Mi columna está mejor,
y yo estoy orgullosa de mi esfuerzo por ella.
Yo y ella merecemos sanar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario