Como hace cincuenta y dos semanas, el día está casi lloviendo. Vi a mi energía triturada desde lejos, ahora, desde un plano exterior e inferior tan frío; hoy, tiende a ser diferente.
El orgullo merecido y por vez primera saboreado, individual y por el otro; nunca más. Hoy contemplo el sueño cumplido desde el fondo más oscuro de ese inmenso lugar, pero con un cariño tremendo y sincero. Me sitúo tal vez entre los traidores o incompetentes, quién sabrá. Y ahora, me siento otra vez como un manoseado ratón de laboratorio, pisoteado por todos los presentes en el total de semanas transcurridas. Soy yo, la que ha sido traicionada por cuarta vez en el último tiempo y los observo mientras trago mi impotencia incomprendida, peor que la primera vez.
Pero hoy no lloro. Hoy soy capaz de llevarlo todo al crematorio; hasta echaría mi camino terminado mucho antes por la intuición y obligación. En este caso, me voy yo con él hasta el fin de los tiempos, nadie nunca ocupará mi lugar no correspondido.
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