Escuchar The Empyrean es como QUERER ponerse unos audífonos con la frecuencia más desgarradora que pueda existir en la naturaleza. Es caminar por B. Encalada en dirección sur y encontrarse con los árboles drogados. Es desviarse por los pasillos, esconderse del mundo, refugiarse en uno mismo y mentir a como de lugar. Es a veces confiar en nada seguro, pero simplemente confiar a ganar, y finalmente ganar. Tampoco sé qué es ganar ni qué es final, pero se siente tan bien y tan mal como escucharlo.
Es recordar la sensación de nunca darse por vencida
y luego, caerse tres veces en el mismo lugar.
Es esto lo que finalmente termina siendo.
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