Creí pertenecer a un lugar que ciertamente nunca me correspondió.
¿Qué hice, y cuánto, para intentar adaptarme con la vida entera para congeniar?
Lo único que ha resultado todo este tiempo es desgastarme una, otra, y otra vez.
Algo siempre me dijo que no confiara,
y creo que al final, así fue.
Me doy oficialmente por vencida.
La vida y tú me vencieron.
Y mis pulmones no dan más de tanto llanto y sus escapatorias.
Mi alma intentando lograrlo.
Mis intenciones nuevamente devaluadas por tus altibajos emocionales.
Y yo,
aquí,
aceptando cada palabra de odio de tu parte.
No lo merezco.
Aprender a hacerse cargo de lo que uno decide, querido.
Y aquí estoy, simplemente despidiéndome, porque no quiero volver a dirigirte la palabra.
Estoy tan sumamente dañada que me duele el simple hecho de pensarte.
No nos volvamos a encontrar.
Estoy intoxicada de tanto alcohol.
Tu ego jamás dejará de apagar a mi persona,
buenas tardes.
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