domingo, 20 de marzo de 2016

Siempre me recalcas los poemas ajenos y sin embargo jamás me dijiste nada por las cosas que escribí para ti.
Es cierto, fue feo, ahí y siempre tal vez. No sé por qué lo hice.
Siempre hago estupideces cuando estoy muy enojada, porque ahí lo estaba, y mucho.
Por la única razón que todavía en parte me sigo perdonando es porque entiendo cómo me sentía.

En cambio, sigue nadie sin entender cómo me siento ahora. Ahora y hace tanto
tanto
t a n t o
tiempo.

Es innecesario nombrarlo por puntos, quizás.
Lo único que sé es que está bien que nadie me entienda porque nadie en verdad quiere entenderme, y por más que intenten eso jamás va a ocurrir porque sé que a nadie le importa realmente o siempre habrá alguna condición, y supongo que es momento de que me haga cargo de mí misma en vez de esperar algún consuelo de chocolate o que me llamen pendeja taimada como ya lo han hecho muchas veces, o como simplemente no les ha interesado ponerse en mi maldito lugar.

No puedo ser capaz de negar tantas cosas.

Tengo pena porque ya se empieza a olvidar de a poco las cosas que hablábamos y sé que era de todo, absolutamente todo y no puedo soportar entender que ya no comprendo lo que es todo porque hace mucho tiempo que no hablo con alguien sobre todo. Se me están acabando los temas de conversación a parte de lo que suelo manejar muy bien normalmente. No puedo entender lo que es ser comprendida, a en ocasiones, absolutamente por alguien. Tampoco ese jueguito de miradas cómplices en un grupo de diez personas.
El viernes por la noche pensaba en cómo era salir a carretear contigo y era lo más divertido del mundo sin tener ni una maldita complicación en mi cabeza. Sólo quiero hacer las cosas a mi manera.
Y eran (creo) las 1 y algo de la mañana y caminamos desde subida Ecuador hasta la Caleta portales, algo muy muy parecido a cuando nosotros hicimos ese recorrido. Ahí iba sola y recordaba cómo era hacer el amor contigo en invierno y pensé en llamarte, y seguí pensando en llamarte durante toda la noche y compré 30 MB de internet móvil y te hablé puras webadas que al otro día ni si quiera fuiste capaz de responder y luego me pides que hablemos y arruinas otra vez mi paz contigo, porque créeme que paz contigo es lo que menos siento desde hace meses.
Y lo único que quiero es estar en viña llamarte decirte que vayas a mi casa acostarnos en la cama que haga frío abrazarte y decirte cuánto te detesto y cuánto te extraño, maldita sea.
En ese orden.

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