Creo que siempre se me ha dado de forma natural escribir. Escribir y botar, nada más. Sin mucha pretensión, al menos durante la mayor parte del tiempo. Partí con el típico diario de vida de cabra chica, bien bien chica, soltándole al papel de hojas rosa pálidas mis rabias y mis penas de niña, aunque también las historias de mis hámsters, los dos perros que recuerdo, y mis gatos. Después más grande creo que escribía sobre un pelotudo que me gustó durante tres años o quizás más, y después de eso, sobre otro pelotudo más que terminó siendo mi primer pololo (hace diez años ya). Cuando entré a la media y me cambié de colegio algo cambió en mí también que mis temas cambiaron pero se trasladaron a medios digitales. En fotolog había conocido a una chica de España que usaba ese medio para escribir también y eso fue súper bacano. Después me hice un blog y ahí depositaba todas mis basuritas que quería que el mundo conociera, pero nunca soltando el papel y el lápiz, tengo un millón de cuadernos y hojas y agendas que he adaptado para esa necesidad. En esa época, tipo 14/15/16 años siempre publicaba los links de las entradas en facebook, me daba lo mismo que todo el mundo lo leyera, cosa que me sorprende caleta ahora. Recuerdo que igual harta gente lo leía, pero, a esa edad, con otro sacodepelotas con el que estaba en esos años y en quien yo confiaba caleta, me sugirió que cerrara ese blog, que esas eran cosas privadas, que no tenía por qué ventilar todo lo que pensaba y sentía. Y yo ahí bien wea suponiendo que el loco quería lo mejor para mí, pero que al final siempre me terminaba diciendo qué hacer. Hasta que lo terminé cerrando, efectivamente, y para mi sorpresa ese cierre tuvo hartas reacciones (varias personas me escribieron o me dijeron en persona que ese blog era súper bacán, que les gustaba mucho la manera en que escribía, y que lo disfrutaban), pero no pesqué mucho esas cosas. No recuerdo qué fue lo que hice durante ese año para soltar todas mis cosas, creo que empecé a meterme cada vez más en la foto y en la pintura. Después me hice otro blog que hasta hoy lo ocupo pero que lo he mantenido en el under, o que lo conoce (o ha logrado encontrar) súper poca gente. Pero fome, es evidente que cambié mucho la forma en que escribía. Ahora me da casi pánico pensar en que alguien podría leerlo, me da pánico exponerme de ciertas maneras. Creo que la fotografía es lo único que hago que no me da vergüenza, o que al menos no es demasiado íntimo, supongo. Pero de todas formas, he estado ocupando instagram de la misma forma en que ocupaba mi blog antiguo, o algo similar (obvio que ni cagando igual, si han pasado diez años, creo, algo tendrá que cambiar en tanto tiempo ¿o no?). Es como si esas weas que vienen en la sangre no se pudieran negar y tienen que salir a como de lugar.
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