Pienso en los lugares de mis fotos. Si están en mis fotos, están en mí. O estuvieron. Pienso ahora en todos los lugares que pudiendo haberlo hecho, no los fotografié. Ahora lo intento cada vez que puedo, pero me da vergüenza invadir, eso no es justo para nadie. Pienso en los lugares inmensos y en mí como un punto a pasos de extinguirme en ese espacio. En que eso es lo que busco a veces. Y también, en los lugares a los que les tuve un poco de esperanza en que provocaran un cambio en mi vida y puede que sí, pero más bien diría que yo. Creo que hasta hoy siempre había comprendido los lugares como si consigo trajeran una vida completamente nueva. Que si me cambio de lugar, todo lo que ahí ocurra va a cambiar, y no po. Muchas veces termina siendo otra patada en la guata más. Como si pusiera mis días en sus manos, pero a la primera se derrumba. Los lugares son lugares y siempre van a traer recuerdos de lo que ahí se vivió, pero no son más que esos. Los he idealizado por mucho tiempo. Las experiencias vividas ahí van a depender de mí. Que luego queden cargados de cierto tipo de energía es otra cosa, no es energía de verdad, soy yo y mis recuerdos y mi propia energía y presencia.
Y así es
como todo lo que siento
se desploma.
Pero está bien,
hay que vivir el día con los ojos abiertos.
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