Lo que escribo no se entiende y no sé si quiero que se entienda más que un tumulto de notas unas seguidas de las otras con prisa y sin pausas aptas para un lector común que quiere leer de una forma adecuada. Es molesto porque no quiero que me lean. No sé si me entretiene esto al fin y al cabo. Filo. Pienso en que es mi culpa todo lo que puedo llegar a provocar.
/ ¿Quiero realmente llegar a provocar?
No sé, yo creo que quiero acordarme algún día de esto. A veces me he leído a mi yo antigua y no me entiendo. Tecleo tan deliberadamente y escondida que hasta me terminé escondiendo de mí misma porque si no soy explícita y directa no me entiendo ni me entienden ni nadie en esta vida es capaz de entenderse. Porque no recuerdo nada. Ni malos ni buenos. Y recordar ha sido doloroso, siempre lo ha sido. Ojalá no recordar. Pero qué prefiero, ¿estar dormida o estar dolida? Es mejor estar dolida que adormecida atontada por un golpe de humillación tantos meses.
Mi profe de título insiste en que es el lector el que hace realmente la pega de cualquier cosa. Yo pienso en yo diseñadora. No me veo como yo diseñadora. No me veo entregando un mensaje, siendo un canal. No soy capaz de interpretar nada bien ni traducirlo tampoco. Yo-no-sir-vo-pa-ra-es-to. Yo no estoy acá para ser diseñadora, estoy acá para vivir en carne propia.
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