martes, 6 de septiembre de 2016

Tengo un placer casi culpable
de burlarme un poco de mis alegrías/¿esperanzas?/dolores
no porque quiera,
sino porque no me queda otra


El sábado estaba con las piernas muy abrigadas cuando empecé a hablar sobre una mina que me detestaba. Sangrienta.
Otro placer culpable es mi fascinación casi morbosa de que hayan ciertas mujeres que me odien,
y lo dije, de alguna forma,
menos morbosa.

No soy una mala mujer.


Sólo una mujer incomprendida,
dije entre broma.



Me respondió que lo sabía, que se había dado cuenta.

¿Tanto ha llegado a conocerme?
o es que soy demasiado estúpida para estas cosas.

¿Eso fue sarcasmo?
pregunté, de nuevo, entre broma.

Y me dijo que no.

Me invadió una pena tremenda, no podría haberla superado por mí misma.
No me quedó más que suspirar.


Porque aún no la supero
o porque tal vez terminó siendo una broma cruel, pero real

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