Nunca sé bien cómo empezar. Me cuesta ordenarme. Esto más bien parece un vómito. El concepto de vómito nunca me ha dado asco, más bien siempre ha funcionado como una clara referencia a lo que me pasa, de una forma metafórica, pero también literal. Es tanto lo que me pasa que termino expulsando todo como un volcán. Eso también es una buena referencia a lo que me pasa. Mi cuerpo aguanta resiste tanto tan seguido. Ya no puedo.
Mi garganta está dañada, es harto lo que le ha pasado. He soñado con ella, ya no puedo forzarla más. El covid me afectó primero por ahí, fue la primera señal. Es lo que más he intentado cuidar. Si sigue callada, ya no sé qué más. Cuando lloro se cierra. Cuando lloro ya no puedo comer más. ¿De qué formas está gritando esta carne?
Ahora bien lo de mis tetas ya no entiendo bien qué es. Van y vuelven en su dolor. Es tanto lo que está sucediendo en un solo cuerpo, yo solo me digo a mí misma que no es para tanto. No es bajarle el perfil, es invitarme a verlo desde otro punto, no tanto desde víctima. Lo intento todo el tiempo.
Quiero escribir relatos. Ya no puedo tanto. He perdido el ritmo, tengo que leer más. ¿Cómo leer si no tengo libros a mano? Están todos escondidos. Quiero leer algo que me entienda. Las letras me leen a mí. El entorno me vive a mí. Es una respuesta. Pasa por sí solo.
Estoy cansada, estoy tan cansada. Yo sé que puedo seguir un rato más. ¿Qué decisiones estoy tomando? Quedo con sueño después de las terapias. No sé si me estará faltando oxígeno o qué. Completé mis tareas, tengo miedo de seguir, con los cambios. Estoy agradecida de estos días, he podido calmarme un poco. Tengo sueño, no puedo seguir durmiendo. Me siento bajita, disminuida. Solo quiero descansar en unos brazos un momento.
Quiero tanto hacer cosas, siento tanta envidia. Mi energía se está esparciendo por todos los rincones de este planeta, estoy perdida. Estoy confundida, dispersa, desconcentrada. La pena a veces es tanta que me pierdo de mí misma.
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