Había un incendio en mi casa. Empezaba en realidad en el antejardín del vecino de la izquierda. Mi pieza queda a la izquierda de la casa, por lo que la primera parte de la casa en quemarse iba a ser la mía. Mi rinconcito en el mundo. Ante el avance del fuego, y yo teniendo un desorden catastrófico dentro, me ponía a tratar de salvar algunas cosas con las que pudiera escapar, no podían ser muchas, las llamas avanzaban rápido. Recuerdo que le pedí a mi hermano que sacara el bolso negro de cámara de una caja que tengo. Ahí metería todas mis cámaras y sus accesorios. Hasta incluso las cámaras que prácticamente no usaba. También buscaba mis rollos, según mi memoria en el sueño, tenía muchos más rollos a color, pero no los encontraba, así que no me quedaba otra que conformarme con los pocos a blanco y negro que me quedaban. A parte de eso, y ya no pudiendo elegir más cosas, salvaba las tres libretas que algún día B me regaló de casa ideas. Dos de ellas están casi completas, y la tercera en blanco. Ahí, en ese momento pensaba al decidir qué cosas salvar y llevarme conmigo y cuáles no, era que simplemente, con esas cosas, podría seguir lidiando mi existencia luego de perder todo lo demás. Podría seguir creando, registrando, salvándome de esa manera, y botando. Era más fácil conseguir un lápiz para rayar esas hojas que esas hojas mismas. La ropa no me importaba mucho. También recordaba todas las cianotipias que perdería, pero me daba un poco igual, casi. No me quedaba otra. No podía atarme tanto a los recuerdos, sólo tenía que continuar mi vida con elementos que me ayudaran a dejar atrás, no elementos que me dejaran atrás.
¿Cuático o no?
El fueguito siempre es una gran analogía.
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