jueves, 15 de octubre de 2020

 Ahora tengo la cama al lado de la ventana. No recuerdo la última vez que la puse aquí en esta pieza. ¿Quizás nunca? quién sabe. Me siento parecido a como me sentía el año pasado cuando moví mi cama a la ventana en Recreo, esa wea fue una maravilla. No me arrepiento aunque igual tenía el refrigerador al lado de mi cabeza sonando y al Limón culiao ladrando a mitad de la noche. Cuando me despierto es rico porque miro al tiro por ella. Veo si el día está nublado, con neblina, o con nubecitas lindas en el cielo o derechamente despejado con un solcito maravilloso. Eso ´último me emociona caleta. Hoy en la mañana pensé que, al estar tan nublado todo, los cerros más cercanos que rodean esta ciudad culiá desaparecieron. Y cuático. No imagino una ciudad sin cerros. No imagino ningún horizonte en la existencia sin cerros, he vivido siempre con ellos. Subiéndolos, bordeándolos, tapándome los últimos rayos de sol por las tardes, es su culpa, siempre es su culpa. Pero está bien. Sólo son cerros.

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