es fácil decir una casa por año en promedio pero nadie cuenta los días extras ni los días restantes ni los tres meses que ya estuve antes en otra ni en los suelos y puertas y ventanas y murallas llovidas ni ruido externo ni malas caras ni malas experiencias ni depresión postrada entre las sábanas y colchón y alfombra y espacio de esas paredes.
Es RE fácil decir que estaré un año en promedio por lugar porque el promedio es un asco y ese tiempo extra o no extra que estuve tanto tiempo encerada viendo gaviotas o a un gato o a un perro que no deja de ladrar o llorar por la madrugada porque ve otros gatos.
Llega el amanecer a mi ventana, directo.
Me hace sentir algo bien, como el verano.
Y hay un árbol con grandes pétalos rosados que durante las tardes que he estado ahí pegada al ventanal mirando los autos y el efecto del viento, caen al suelo de la otra casa.
¿Alguien me verá en pelota desde la casa del frente-diagonal como probablemente lo hacían siempre en la del gato?
No sé, y mientras no los conozca ni los vea, me da exactamente lo mismo.
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