Yo le preguntaba, pa qué tanto miedo, en serio, al ir caminando por la calle a oscuras. No entendía nunca ese miedo terrorífico que de día o de noche hace sentir frío y es una sensación culeá que de una u otra forma paraliza. Pero no lo entendía. Siempre me sentí de cierta forma una mujer, una gran mujer que va caminando por la calle y que la deben mirar como una altísima mujer porque no te quiero mirar porque te repudio porque aunque me quieras gritar weás asaltarme manosearme no te voy a mirar y te desprecio, cuando voy caminando por la calle y un grupo de hombres pasa en auto caminando y yo paso por el frente de ellos y ellos estacionados en alguna esquina o huequito a mitad de cuadra. Siempre me sentí dueña del suelo que voy pisando y que nada me va a suceder, porque soy yo y porque yo puedo ser tremendamente violenta y aunque desconfíe del mundo entero lo repudio de una manera más o menos tranquila y tierna, porque el mundo aún no era tan asqueroso como hoy.
Ya no puedo caminar de esa forma porque mi estómago duele porque me enojo o porque ciertamente me han empezado a gritar en ese mirador asqueroso por donde se le mire tres o cuatro o cinco hombres tomando o sobrios a plena luz del día y ya veo que cualquier noche que vaya pasando por ahí, sobria o after barrio bellavista me agarre uno y yo no voy a tener idea cómo defenderme y nunca nadie se va a enterar.
Hay días que efectivamente voy caminando por ese lugar y rogaría porque algún sacoeweas se haga cargo de borrar este mundo para mí y ensuciarle las manos a él.
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