sábado, 21 de mayo de 2016

21

despertar temprano en un día en que no deseaba despertar. 
Ojos hinchados. Cabeza atareada. Ganas de vomitar.
8.00 am. Nada nuevo. Nada bueno.
Lucecitas que me disparaban a los ojos y al corazón, las acepté.
Intentar dormir una hora y quince más;
intento fallido.
Decidir responder, "dar la cara", 
intentar levantarse de todas formas.
Los nervios exageran los latidos de mi corazón
de sólo pensarlo me dan unas arcadas que nadie puede imaginar.
Después de todo, sólo había que poner buena cara, no mirar a los ojos, aguantar las lágrimas.
Irme.
Llorar en el metro.
Llorar camino a casa.
Abrir la maldita puerta a punto de explotar.
Abrir la segunda puerta llorando
ahogada entre mi agitadísima respiración y mi llanto que nadie podría haber consolado
y que nadie podría ni podrá consolarme a mí.
Y tener algo parecido a lo que le llaman ataques de pánico pero sola en mi casa sin saber cómo calmarme.
E intentar calmarme.
No almorzar.
Y despertar nuevamente temprano, a eso de las 16.00 horas, justitas.
Y después de tantos tanteos, decidir irme, en un viaje que duraría cerca de dos horas y media en total.
Intentar calmarse, y no llorar frente al público.
El dolor de cabeza me estaba matando,
mi estómago también,
mi corazón también,
el temblar de mis manos, también.
Mala elección del asiento del bus en la Aduana
Mala elección de
todo
Mala bienvenida a casa
Mal comprender de unos padres que atacan porque sí
que de repente
son los peores padres del mundo
Intentar olvidar todo
dormirse a las 20.25, 
y escuchar a una madre que tira chuchadas al aire pero que van explícitamente inscritas con mi nombre
mi estómago me odia
para qué hablar de mis huesos
de mi cerebro
de mi sistema nervioso
de los latidos de mi corazón.
Para qué hablar de la empatía que el mundo debiese sentir por uno,
hay cosas que no sé por qué las intento.
Para qué hablar de la crucifixión que el mundo hace con nuestra presencia por nuestros errores,
nunca nadie nos va a perdonar por nada.
Y aquí sigo yo,
demacrada en mi cama un día de lluvia traspasando esto,
con un apetito terrible y fingiendo como siempre,
intentando des-concentrarme, fallando,
fallando como siempre
a mí misma
a mi respeto
fingiendo como todos los días estar bien y reírme de lo que me está dañando, 
fingiendo que no está pasando nunca nada,
fingiendo tranquilidad,
y fingiendo energías que quién sabe de dónde chucha saco energía para fingirlo.
Algún día encontrar el lugar correcto para morir en tranquilidad.

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