Voy viajando entre cerros. Hay una tranquilidad que me inunda de alguna manera porque voy hacia el poniente, hacia al atardecer, como si de alguna manera estuviera persiguiéndolo. Sé que hacia esos colores está el mar, sé que podría llegar y hundirme en su sonido.
Vivo entre cerros, entre cerros y el mar. Cerros que me protegen, pero que a la vez también me aíslan.
Ya se hizo de noche, ya no veo nada. Me sumerjo en un viaje sonoro. Hay un montón de cosas que no entiendo y me gustaría tener respuesta para ellas. Esta es en parte la vida que imaginé, pero siento que estoy jugando a ella. No sé en qué momento se va a derrumbar. Quiero preservarla. Se me va a ir.
¿Habrá algún momento en que funcione de forma pausada y ordenada, sin que mi corazón se detenga? Supongo que eso es lo único a lo que aspiro.
[viernes 2 de septiembre]
Acabo de despertar de una siesta nocturna, esas son las peores. Desorientada, un poco deprimida. ¿Estoy sola en la casa? Al rato noto que sí. Tengo cosas que hacer, la primera de ellas es tomar agua. La segunda es alimentarme. Lo estoy logrando de a poquito. Veo esos grises y blancos y negros y movimientos y profundidades y recuerdo de dónde vengo y hacia dónde quiero ir. Estoy bien acá. Está intenso el proceso.
Como escribió para sí misma la Sofi el otro día,
"Paciencia perrita que lo bueno llega lento, aunque el fuego interno lo quiera quemar todo. Ante todo tranquilidad."
Yo siento que constantemente me comunico con mis amores de distintas formas a pesar de la distancia. Y me hace sentir en paz.
[martes 6 de septiembre, 00:19 hrs].